"Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo".
Jeremías 31:16–17
Queridos Amigos,
La edición de Israel en la Mira de este mes les trae una de las muchas historias desconocidas de valentía y angustia del 7 de octubre, una que no llegó a los titulares por un tiempo, pero ha dejado una huella indeleble en el corazón de una nación. Su horrorosa experiencia de terror nos recuerda por qué su apoyo continúa bendiciendo a aquellos que tienen heridas emocionales. Creemos que es tiempo de restaurar de la dignidad, la esperanza, y la sanidad en toda esta tierra; de estar firmes en solidaridad y oración con el pueblo de Israel.
Omri Miran, 48, es un padre, esposo, terapeuta, y ahora ex rehén. Vivió en Kibbutz Nahal Oz con su esposa Lishai y sus dos hijas, Roni y Alma. Hace unos años, Omri y Lishai se conocieron en una fiesta de Purim en Sderot. Fue en marzo del 2020, días antes de que el mundo se pusiera en cuarentena por COVID, y los dos formaron una profunda y rápida conexión. Se casaron, comenzaron una familia, y construyeron una vida a pocos kilómetros de la frontera con Gaza, una vida llena de gozo y sencillez.
Omri tenía un pequeño estudio donde ofrecía terapia Shiatsu y también trabajaba en construcción en el kibbutz. Era un hombre que usaba sus manos para construir, sanar y servir a su comunidad.
En la mañana del 7 de octubre, 2023, esa vida tranquila fue destrozada.
A las 10:30am, una ventana encima de la ducha explotó. En el exterior, gritos en árabe llenaron el aire y se oyeron pasos. Los terroristas habían ingresado al kibbutz. La familia contuvo su respiración a medida que el caos se acercó. Luego sonó una voz que conocían: “Soy yo, Tomer. Por favor abran la puerta, o si les dispararán a ustedes y a mí". Era Tomer Arava de 17 años, el hijo de su vecino, utilizado por los atacantes como un escudo humano.
Omri y Lishai tomaron una decisión desesperada. Su hija, Roni, se había quedado dormida justo en frente de la puerta. Si los hombres armados abrían fuego, ella sería la primera en sufrir. Omri abrió la puerta.
Los terroristas armados irrumpieron y forzaron la familia a la sala. Luego fueron obligados a marchar a una casa cercana que pertenecía a la familia Idan. Ya llorando el asesinato de su hija, Ma'ayan, los Idas ahora comparten el horror que transcurrió. Roni, a penas un niño pequeño, estaba paralizado con temor. Alma, con apenas seis meses, lloraba porque tenía hambre. Los pistoleros exigieron que Lishai amamantara a Alma para una foto. Ella se rehusó.
Y alrededor de la 1:30pm, la escena cambió nuevamente. Más terroristas llegaron, esta vez con Yehudit y Natalie Ra'anan, una madre e hija de Chicago que habían venido a visitar. Los hombres armados ataron las manos de Omri y Tzachi. Lishai se dio cuenta de lo que estaba a punto de suceder. No se le permitió que se le acercara, entonces hizo lo que cualquier esposa y madre haría. Habló las palabras que cargaban su amor y la esperanza de supervivencia:
“Te amo. Protegeré a nuestras niñas. Te estoy esperando…”
Fue tomado como rehén por los hombres con gran violencia.
Roni gritó, "¡Abba! ¡Quiero a mi papá!" Intentó correr tras él, llena de tristeza. Con tan solo dos años de edad, entendió el terror que había en la sala. Para las 5:30 p.m., después de once horas insoportables, los soldados de las FDI de la Brigada Givati irrumpieron el edificio y rescataron los familiares que quedaban. Pero Omri ya había sido tomado como rehén a Gaza.
Por 738 días, Omri fue mantenido en cautividad.
Omri fue movido entre 23 diferentes ubicaciones, detenido tanto en la superficie como también en la red de túneles de Hamas. Al comienzo, fue encadenado. Por tres semanas, no pudo caminar libremente. En un momento dado, cinco hombres fueron hacinados en una jaula de 1,80 por 1,60 metros. No podían ponerse de pie. A penas podían respirar. Fueron privados de alimento. Les dieron agua de mar, sucia y salada de beber. Lentamente, uno por uno, los otros hombres fueron tomados, dejando Omri y otro rehén solos.
Fueron momentos cuando los terroristas dejaron armas cerca, una invitación a realizar una jugada desesperada. Pero Omri sabía que no llevaría a la libertad. Sólo haría que las cosas empeoraran.
Para mantenerse su cordura, Omri marcó cada día en su mente. Nunca lo anotó. Sencillamente contó. Sabía exactamente cuántos días habían transcurrido.
Pero lo que verdaderamente lo mantuvo en pie fue imaginar las cosas más sencillas: jugar con Roni, tener a Alma en sus brazos, oír sus risas, estar cerca de su esposa nuevamente. Se enfocó en esos momentos, aquellas bendiciones, porque le recordaban que todavía había vida a la que regresar.
Un mensaje finalmente llegó a su familia en Yom HaShoah, el Día de Conmemoración del Holocausto de Israel. También era su cumpleaños. Una señal de vida. Un latido de esperanza.
Luego, el 13 de octubre de 2025, Omri Miran fue liberado. Regresó a su esposa y sus hijas. La familia se trasladó a una casa semi-temporal en Kramim; Omri estaba libre y respiraba aire fresco una vez más.
Una semana después, Omri habló públicamente por primera vez. Dijo:
"Regresé a Israel, a la vida, y descubrí que todos me conocen. No los conozco a cada uno de ustedes, pero los vi. Percibí vistazos de la lucha que libraron por mí y los otros rehenes. Los vi parados en la plaza, en las intersecciones, en todo el país, y por ello, pueblo de Israel, les doy muchas gracias. No tengo palabras para describir cuánto los amo y aprecio por no rendirse con nosotros."
Expresó su profunda gratitud a las FDI, los servicios de seguridad, y el pueblo de Israel. Y luego hizo un voto: hacer todo en su poder hasta que el último rehén regrese a casa.
Hoy en día, Omri está sanando. Roni ahora tiene 4 años. Alma tiene dos. Su familia está reunida nuevamente. Pero han sido cambiados para siempre.
Compartimos su historia no para provocar el temor, sino para avivar la fe.
La historia de Omri representa resiliencia y esperanza. Aunque no podemos deshacer la oscuridad de aquel día, juntos podemos encender velas de esperanza en todo Israel. Podemos apoyar a los quebrantados de corazón. Podemos proclamar libertad y restauración.
Por favor continúen orando por cada rehén liberado, cada familia y para que la paz reine sobre Israel.
Si así lo sienten, los invitamos a que se asocien con nosotros en proveer una ayuda vital a aquellos que están en mayor necesidad. Dar ahora.
Con gratitud,
Barry y Batya




